Creatividad: Alberto Díez Sanz, profesor de Teatro Consciente y ponente de la charla de título “Recupera tu Creatividad”
ofrecida en nuestras escuelas, nos ofrece un escenario donde recuperar esa habilidad que ni siquiera admitimos poseer.
El propio título lleva implícita una de las primeras premisas del taller: que eres creativo y que siempre has tenido creatividad aunque, por diferentes motivos, parezca que la has perdido.
Si entendemos la creatividad como una capacidad, que es la acepción más común del término tanto para cualquiera de nosotros como para la mayor parte de los autores que han escrito sobre ella, parece cierto que, efectivamente, todos somos creativos.
Todos tenemos la capacidad de crear cosas o ideas nuevas, de encontrar soluciones a partir de los diferentes registros almacenados en nuestros cerebros, de imaginar y de este modo dar vida a ideas mentales que, como tales, aún no consideramos como realidades.
Sí, es cierto, todos somos creativos y casi todos podemos llegar a concluir que efectivamente es así.
Pero, en realidad, aunque casi todos podamos aceptar esta idea, la de que todos somos creativos, también es cierto que la aceptamos de un modo meramente teórico y generalista. Y digo esto porque cuando nos preguntamos si nosotros lo somos, entonces la respuesta no suele ser la misma.
Esto es así: son muchas las personas que no se creen que son creativas.
Se da entonces una curiosa paradoja:
puedo aceptar que todos somos creativos, pero no puedo admitir que yo también lo soy.
Hay en nuestras mentes demasiadas ideas de lo que es una persona creativa que nos impiden vernos a nosotros como tales. Dicho de otro modo: nuestra concepción de nosotros mismos no encaja con la que tenemos de alguien creativo.
Es esa batería de pensamientos, juicios, censuras, etc. la que acaba por convencernos de que no somos creativos y, en definitiva, acaba por hacer que dejemos de serlo.
Y eso es así, entre otras cosas, porque la creatividad no es solo una capacidad, sino una disposición mental, una actitud ante la vida. Una actitud que solemos boicotear nosotros mismos.
Habitualmente vamos dejando de ser creativos en la medida en que vamos dejando de ser niños
Vamos permitiendo que los imperativos del resultado, del deber o del qué dirán traicionen la espontaneidad, la fluidez y la diversión.
Por fortuna nuestros hijos siempre son una pista hacia la creatividad y, sobre todo, una oportunidad diaria para ejercitarla.
Y no sólo eso, ellos son también quienes más pueden ayudarnos en nuestro eterno afán por comunicarnos con ellos. Si queremos llegarles, siempre será buena opción aprender su idioma. Un idioma que, en el fondo, es el nuestro.
Ellos son nuestros maestros de la creatividad