La felicidad de nuestros hijos es un deseo universal, un objetivo compartido por toda la raza humana. Joaquín Ortega nos plantea una propuesta diferente para alcanzar este reto.
Hace muchos años pregunto a los padres que es lo que desean para su hijo y todos o una gran mayoría me responden “que sea feliz”.
Pero claro, ¿qué es ser feliz?. Debemos ir a verlo a cada familia y en muchos casos, a cada niño o niña, debemos observar cuáles son sus necesidades básicas, esas que nos unen a todos como comer, descansar, hidratarnos y relacionarnos con los demás y luego, otras que son emocionales y que cada ser humano vive de manera distinta y nos hace especiales.
Lo primero que debemos distinguir es entre mi deseo como padre o madre, es decir la forma en que quiero que sea mi hijo, y lo que realmente él necesita. Yo no conozco a ningún ser humano que le hagan feliz los deseos de otro.
Por eso, para conseguir la felicidad de nuestros hijos como padres, es tan importante que acompañes a tu hijo o hija, ayudándole en el camino a lo que él quiera ser, con la certeza de que ese niño se sentirá más cercano y agradecido a sus padres por haberlo acompañado.
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Pistas para acompañar a nuestros hijos en su felicidad
Enumeramos las necesidades más específicas para poder acompañar mejor a nuestro hijo y que nuestros deseos no nos influyan en su acompañamiento:
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Ofrecer al niño lugares seguros y de protección
Sitios donde nosotros nos encontremos cómodos y ellos sientan nuestra protección.
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Alcanzar una conexión emocional con nuestro hijo
Tenemos que estar en equilibrio con nosotros mismos para poder escuchar al niño y ser empático con sus emociones; si entendemos al niño, él nos lo agradecerá eternamente.
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Pasar tiempo con el niño
Salir de los tópicos de calidad mejor que cantidad, un hijo lo que anhela es pasar tiempo con sus padres, eso sí que estos estén presentes.
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Asumir que somos sus padres
No somos ni sus amigos ni sus criados, ni ellos lo son de nosotros, somos personas que les generamos confianza para recorrer el camino de la vida.
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Establecer buenos límites
El niño a partir de un año ya comprende que sus padres le quieren y cada vez que le ponen un límite claro y entendible para su edad, les regala amor. Un niño sin límites o con límites por encima de su edad, vivirá con miedo o con demasiada inquietud.
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Aceptar y renunciar
Tenemos que aceptar a nuestro hijo tal y como es, renunciando a lo que a día de hoy no es, y queriéndole mucho porque el niño que tenemos presente es el niño que nos va a llenar el corazón.
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Fomentar su autonomía
Me encanta ver cuando un padre enseña a su hijo a investigar cosas nuevas, cuando le incita hacer nuevas actividades, cuando fomenta su curiosidad. Si en algo son esponjas en la edad temprana es en la curiosidad y la imaginación.
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Decirles todos los días que les queremos
Que son importante para nosotros, que nuestra vida es mejor con ellos, que gracias a que están ellos, nosotros somos más felices.
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Equilibrar sus emociones
Un niño que no se expresa y se retiene, puede tener mucha contención y miedo a decir lo que le pasa; otro que siempre está sufriendo o en drama tampoco está pasando un buen momento. Debemos ser padres que sepamos gestionar nuestras propias emociones para evitar niños contenidos o reactivos, ya que al fin y al cabo somos su espejo.
Intentando llevar a cabo estas necesidades, el niño o la niña se sentirán acompañados, queridos, valorados y cuando realmente les ocurra algo que necesiten ayuda, sabrán dónde acudir: a sus padres. Estaremos en el camino para conseguir la felicidad de nuestros hijos.
¡Sigamos cuidando a nuestros hijos con tanto amor como lo hacemos!